30/1/13

Un corazón noble

Cada vez estoy más hasta las narices de lo que veo en la televisión: Famosos que son decorados como los nuevos mesías, los nuevos dioses de la caridad y la beneficencia.

Una persona realmente pura de corazón no depende de la publicidad que los medios de comunicación hacen de una imagen, en definitiva, falsa, una bondad de cristal. Esas personas no se limitan a posar frente a las cámaras con una pala en la mano y un casco en la cabeza, no se limitan a poner un árbol en un agujero ya hecho, no se limitan a dar un beso a un perro en una perrera... No, esas personas construyen ladrillo a ladrillo, van cada día a ver cómo está el árbol -rogando por las noches que, a la mañana siguiente, siga ahí-, dándole a ese perro un hogar, susurrándole al oído "nunca te abandonaré"...

En pocas palabras: La felicidad de aquellos a los que quieren cuidar está por encima de la suya propia. Su corazón habla por sí solo; no se preocupan por dar una imagen de sí mismos, pues su fin está en cuidar de aquellas personas que juraron proteger...

Viven en las sombras, intentando hacer del mundo un mundo mejor para aquellas personas a las que decidieron cuidar; aunque no las veamos, ahí están... Sin embargo, el curso de la sociedad actual está haciendo del mundo un lugar más frío, un lugar donde más personas quedan a su suerte y donde menos corazones nobles nacen...

Todavía no es tarde para cambiar ese curso, pero llegará un momento en que sí lo sea...

29/1/13

Nos vemos en la oscuridad

Aunque esta entrada iba a ser otra de mis muchas reflexiones, hace unos días descubrí (en forma de canción) probablemente una mejor forma de hacer llegar mis sentimientos. Aunque parezca mentira, el título del post se me ocurrió antes de descubrir la canción...
Sinceramente, os recomiendo encarecidamente el grupo para aquellos a los que os guste el género en sí. De todas formas, haré un post-recopilatorio de las canciones que, personalmente, más me han hecho vibrar.

Sin más dilación, os dejo con la canción en cuestión y su letra:


Letra/lyric:

"Standing in the shadow of our lies
To hide our imperfections
Doing anything we can to hide
Eyes wide open but still blind
To see what really matters
And insecurity won't go
See me in shadow

Standing by the ruins of your soul
That cries for some more meaning
Wondering when you have
Become so cold

Chorus:
So cold
And all the pictures of your past are gone
So cold, so cold
Forget yourself
And who you are
Another life is not that far

Standing by the paintings of your dreams
But you have awoken
And all the purples and the greens
Have turned to black
And the ruins of your soul
Have died, no more meaning
I wonder when you have Become so cold

Repeat chorus

Not that far"

Grupo: Delain.
Título: See me in shadow.
Álbum: Lucidity.
Género: Symphonic/gothic metal.

28/1/13

Un día de mierda

Hoy, como bien dice el título, ha sido (y está siendo) un dia de mierda.
No hay mejor forma de empezar la mañana que levantándose a las 7 de la mañana. No es que me moleste el mero hecho de madrugar, sino el madrugar habiendo dormido fatal la noche anterior. Como es algo que me pasa casi todas las noches (por no decir todas), me sienta como una patada en el culo.

Una vez en la universidad, la cosa no mejora sustancialmente. Tenemos tres horas de Empresa, de las cuales la primera es para el grupo reducido (hasta ahí bien, pues no se da la situación que a continuación voy a contar), siendo las dos últimas horas, y la siguiente (correspondiente a la asignatura de EDSS -Programación 4-), el culmen de la mañana.
Detrás mío, se sienta un grupito de 3 personas cansinas a más no poder; aun así, son dos en concreto las que se llevan la medalla al diálogo.
Toda la puta clase hablando. Para más inri, hablando de cosas que nada tienen que ver con lo que se está dando en esos momentos, la asignatura o la universidad. No, son conversaciones de sus vidas privadas; además, el tono de voz no hace sino mejorar la situación. Y así, día tras día...
Sinceramente, no se a qué cojones vienen a clase. Si yo fuera ellos y viniera a clase con ese plan, me ahorraba el viaje o, simplemente, me iba a la cafetería. Lo más gracioso es que luego, estas personas, aprueban con buena nota las putas asignaturas...

Por otro lado, habiendo acabado la clase de EDSS hasta los cojones de esas personas, recojo y me voy a mi casa (más tarde me daría cuenta de otra guinda para el pastel), no sin antes pasar por la copistería a imprimir apuntes y a Santos Ochoa a por fundas. Y es en la copistería donde sucede algo maravilloso. A la señorita encargada le pido que me imprima cuatro archivos .pdf. No sé si es que no me ha oído bien o cuál habrá sido la causa, pero sólo me imprime dos. Decido no darle importancia, ya que había bastante gente y no era plan de tocar las narices más de la cuenta, y me voy a mi siguiente destino.
Una vez en casa, me doy cuenta de que la mañana podía ir a peor: Se me había olvidado por completo la revisión del examen de DBD. Cómo no, para cuando me doy cuenta ya era tarde; aun así, decido ir por si la suerte me sonríe y todavía no se han ido los profesores. No es así.
De todas formas, he mandado un correo a uno de los profesores para intentar ir a ver el examen en otro momento...

Por la tarde, me toca dos horas de clase, sendas horas para las dos asignaturas de primero que tengo pendientes (BD y Pogramación 2). Lo gracioso es el ambiente que se respira en esas clases. Es como el ambiente que se respira con las dos personas anteriormente nombradas pero multiplicado todo por 90-100...

26/1/13

Reclusión

Ayer, no salí a cenar porque, sinceramente, pasaba del tema. Prefería quedarme en mi casa. Aun comiéndome la cabeza más que estando fuera de casa, preferí quedarme en ella. Sinceramente, creo que ya me he hartado de todo: de mi vida, de lo que me rodea... En definitiva, de mí mismo.

Diría que después de haberlo meditado mucho he decidido quedarme en casa sin salir (obviamente, por ahí) una temporada, pero ya no estoy seguro de si a lo que ronda por mi cabeza se le puede otorgar el calificativo de "premeditado". Igualmente, lo voy a hacer, y me importa un cojón y medio el resto. Además, no es la primera vez que no salgo de casa. Si me paro a pensar, creo que en toda mi vida he pasado más tiempo en casa que en la calle. Un buen ejemplo es segundo de bachillerato. Los estudios me consumían tanto tiempo que salí creo que cinco o seis veces contadas. Además, me dediqué a los estudios, saqué todo a la primera, y con buenas calificaciones. Y aunque no consiga los mismos resultados que en aquella época, no pienso revocar mi decisión.

Al menos, antes patinaba, salía a la calle, me daba el aire por lo menos. Ahora, simplemente me dedico a salir de un sitio cerrado para meterme en otro y, sinceramente, me estoy empezando a hartar. ¿Por qué? Ni yo mismo lo sé...

Sólo sé una cosa: Estoy hasta los cojones del rumbo que mi vida está tomando.

25/1/13

Un corazón de hielo

Sufrimiento, angustia, tristeza, ira, rabia, desesperación, rencor, odio, soledad... Sentimientos (bien unos, bien otros) que, en mayor o menor medida, experimentamos a lo largo de nuestra vida, y todo por los sentimientos que tenemos hacia las personas, todo por los lazos que nos unen a ellas.
Pese a todo, no nos basta con que nos hieran, nos rompan el corazón, nos traicionen, nos abandonen... una vez. No, seguimos intentando forjar lazos con las personas, esperando que ellas llenen nuestro vacío corazón.

Y el ciclo dolor sigue su curso, imbatible...

Todo esto me ha llevado a preguntarme en más de una ocasión: ¿Por qué seguimos dejando que nos traicionen? ¿No sería más fácil romper cualquier lazo que nos une a una persona para así dejar de sufrir?
Sin lazos, evitaríamos que nos hirieran, que nos traicionaran... En definitiva, no nos volverían a clavar un puñal en el corazón.
Aunque seguríamos teniendo que hacer frente a un sentimiento: la soledad. Sin embargo, desde mi propia experiencia puedo decir que no hay nada menos doloroso que la soledad, y nada más doloroso que depositar tu confianza en alguien para, con el tiempo, verla escupida y pisoteada...
Al menos, es lo que la vida me ha ido demostrando a lo largo de todos estos años.

Muchas veces pienso que todo acabaría si cerrara mi corazón a los demás, si me limitara a enfriar mis sentimientos... Si hicera de mi corazón, un corazón de hielo...

Dolorosos recuerdos

Dudo mucho que a alguien le importe mi pasado, y más todavía que alguien lo conozca. Es posible que se deba a que nunca he hablado de él a alguien, que nunca me haya sentido lo suficientemente cómodo como para hablar de ello y, sinceramente, creo que es algo normal ya que todavía nadie me ha inspirado la suficiente confianza como para hablar de algo tan doloroso...
Sin embargo, necesito desahogarme, y este blog se ha convertido en el único lugar donde poder hacerlo... Es a través de las palabras la única forma que he encontrado de aliviar mi oprimido corazón.

Hay dos lugares, dos momentos de mi vida, que marcaron mi infancia, aunque no para bien. Desgraciadamente, estos momentos de mi vida tuvieron lugar durante mi etapa de escolarización (en dos colegios distintos), durante la infancia, un período que se supone marca, en cierto modo, tu vida. Haciendo acopio de toda la sinceridad y fuerza de voluntad de las que dispongo, no sé si algo bueno me llegó a pasar, pues no consigo recordar nada, pero sí recuerdo la mayoría de aquellos dolorosas experiencias.

La mayor parte de esas experiencias se concentran en mi primer colegio, al cual ingresé con la edad de tres años y donde pasé toda mi infancia hasta primero de la E.S.O., curso que repetiría ya en un nuevo colegio. Sinceramente, no quiero echar la culpa de esto a nadie (a veces es tal la frustración y la rabia que me invaden que no puedo evitar culpar de todo a aquellas personas que estuvieron, de un modo u otro, involucradas). El único culpable soy yo, aunque era algo que no podía controlar, y mucho menos hacer algo para cambiarlo; después de todo, era un niño, y tenía una enfermedad de la que todo el mundo -incluso yo mismo- no tenía constancia. Es posible que, algún día, me atreva a hablar de ella con detenimiento...

En numerosas ocasiones, mi madre tenía que venir al colegio a cambiarme de ropa. A diferencia del resto de niños, yo no tenía el "tiempo suficiente" para ir a hacer mis necesidades al baño o, simplemente, no me daba cuenta de ello. Cómo no, todo eso venía acompañado de las típicas burlas de "¡se lo ha hecho encima!", "¡se ha meado encima!"... por parte de toda la clase. Aun así, creo que era tan pequeño que siquiera le daba la más mínima importancia.
Años después, ya bastante avanzada la primaria, me quise apuntar al equipo de fútbol del colegio (en realidad, era un club "privado" pero asociado al colegio) y, bueno, las cosas no mejoraron, más bien todo lo contrario. Mi posición era como portero y, bueno, tuve mi momento de lucided. Recuerdo que en un partido, en medio del partido, tuve la necesidad de ir a mear, a lo que dejé la portería vacía y, bueno, ya os podréis imaginar el resto.... También recuerdo algún que otro entrenamiento en el patio del colegio. Siempre me iba el primero de los entrenamientos, siqueira llegaba a terminarlos, estaba cansado, tenía frío... En definitiva, era una persona muy débil, tanto física como emocionalmente...
En los recreos, la situación no cambiaba mucho. Deambulaba por los patios, si acaso en alguna ocasión tenía un grupito al que acoplarme, pero al final terminaría por darme cuenta de que tampoco era aceptado por ese pequeño grupo...
No recuerdo con certeza los acontecimientos que llevaron a que yo tuviera el mote, pero en la escuela se me llegaría a conocer como "el/la babosa", he de suponer que debido a que, constantemente, se me caía la baba.
Con todo lo que iba suceciendo, podéis imaginaros la opinión que la gente tenía de mí, cómo me veían, cómo se comportaban conmigo... Sin embargo, yo seguía aferrándome a mi inconsciencia sobre mi forma de comportarme, a que era un niño normal como el resto de personas y a que era "aceptado" por los demás.
Cómo no, tampoco soy capaz de olvidar ese "regalo" que me tenían preparado un par de compañeros de clase a la salida de la escuela (una mierda bajo una hoja), las numerosas veces que me han pegado y mi miedo a encontrarme con ellos hasta en la escuela, las veces que me han hecho chupar el suelo, comer hierba...
Por otro lado, mis notas no eran buenas, yo no era buen estudiante (hoy en día, puedo decir que se debía, principalmente, a mi enfermedad, y en una pequeña parte a mi propia actitud y ausencia de fuerza de voluntad). Pese a eso, hasta sexto de primaria había conseguido aprobar todas (ya fuera en junio o en septiembre). Sin embargo, en el año en que di el paso a primero de E.S.O. todo se torció, mi vida y mi propio corazón dieron un vuelco de 360 grados. Empezaba a no sentirme a gusto en el colegio, empezaba a darme cuenta de lo solo que estaba... Aun así, en mi corazón todavía quedaba un pequeño atisbo de esperanza, un pequeño rayo de luz. Desgraciadamente, un día, todo eso murió, ese atisbo de esperanza se rompió en mil pedazos y aquel rayo de luz se desvaneción entre las sombras.
Fue en la clase de educación física. Esta vez, teníamos una actividad inusual: El profesor nos mandó hacer un círculo; hacto seguido, nos dio una hoja de papel a cada uno y nos pidió que escribiéramos en ella nuestros nombres. La actividad consistía en que la hoja pasaría por cada uno de nosotros y en ella cada uno escribiríamos, a modo de lista, lo que cada uno pensaba de la persona propietaria de la hoja. Nunca imaginé que lo que iba a ver en la hoja pudiera herirme tanto... Ni una sola persona había escrito algo positivo de mí, todo era: "es imbécil, un idiota, es feo, retrasado, se comporta como un subnormal, es un payaso, y más cosas que no consigo recordar y que tampoco quiero... Ese día, mi vida se derrumbó para siempre.

Todo lo que he contado hasta ahora, la pasividad total de los profesores (creo que era evidente que debía tener algún problema, mi conducta no era normal)... llevaron a que quisiera cambiarme de colegio. Sin embargo, me atormentaron hasta el último día. Los rumores de que me iba a ir se extendieron, y mucha gente de clase se agolpaba a mi lado expresando falsos sentimientos de pena, pues en el fondo, y no tan en el fondo, se alegraban, y mucho, de que yo me fuera.
Nadie se molestó por mí, nadie quiso ayudarme... Estaba solo en un mundo que no me comprendía y que yo mismo no entendía e incluso odiaba...Aun hoy en día, creo que nadie se ha molestado por conocerme a fondo...

Cuando decidí cambiarme de colegio, pensé que mi vida mejoraría (ahora era consciente de mi TDAH, y pensaba que como la gente no me conocía, sería como empezar de cero...). Estaba demasiado equivocado. Durante los dos primeros años de secundaria, la tormenta no amainó...

Ella...

(...)

24/1/13

Olvido

Constantemente, entramos a la vida de ciertas personas para estar a su lado en aquellos momentos en los que más necesita a alguien, para poder hacer todo lo posible por esa persona... En definitiva, para que ella tenga una mano a donde agarrarse cuando se resbale estando al borde del acantilado.

No obstante, la historia se repite, una y otra vez. Entramos en un círculo vicioso, en una rueda en constante movimiento a lo largo de la vida... Un ciclo llamado olvido. Con esto no quiero dar a entender que esté esperando algún tipo de compensación por ayudar a alguien. Es más, no hay mayor satisfacción que ver la sonrisa de aquella persona que ha derramado lágrimas delante de tus ojos...

Sin embargo, la vida siempre nos muestra la pura realidad, una realidad que, en muchos casos, no es demasiado alentadora. Pasa el tiempo y, por las circunstancias que sean (ni yo mismo las he llegado a comprender en la mayoría de casos), esa persona se va alejando de ti. Cada vez te saluda o te pregunta cómo estás con menos frecuencia, las conversaciones se tornan cada vez más frías y distantes, muchas veces siquera te habla... En definitiva, esa persona te guarda en su baúl de los recuerdos llamado olvido.

Mirándolo desde un punto de vista positivo, siempre me quedará la satisfacción personal de haber hecho, o intentado hacer, algo por esas personas, esa sensación de bienestar por, al menos, no haberme quedado de brazos cruzados ante tales situaciones.
Sin embargo, esta satisfacción, este orgullo, no pueden salvarme del abismo cuando es mi propio pie el que resbala estando al borde de éste. No hay una mano que agarre la mía y evite que sea tragado por la oscuridad...

(...)