31/12/13

Istumademo sagashiteta kimi ga dake

Pues aquí estamos, escribiendo una entrada en este blog que se convirtió en mi refugio personal (aunque no tan personal) para todas aquellas veces en que necesitaba alguien con quien hablar. Sinceramente, para mí el paso de hoy a mañana, es decir, un nuevo año no tiene ningún significado para mí. Siento que pasamos de un día normal, un día como otro cualquiera, a otro día normal.
No obstante, este año han pasado cosas que me gustaría reflejar aquí, cosas referentes a mi vida...

La verdad que cuando entré a la uni, toda ese esfuerzo, capacidad de trabajo que me caracterizaba y que muchos de mis profesores habían alabado en Bachillerato se fue, por decirlo de alguna forma, por el retrete. A día de hoy sigo sin ser capaz de entender muy bien el porqué, pero supongo que fue por entrar a un mundo totalmente nuevo, totalmente desconocido para mí. Ya no valían las reglas que apliqué en Bachillerato respecto a mi forma de estudiar, respecto a mi forma de ver las cosas... En definitiva, había que madurar otra vez. A priori, mi primer año fue desastroso, hasta el punto de haber suspendido ocho; no obstante, conseguí levantar un poco el vuelo y recuperé cinco. Me dije a mí mismo que eso no podría volver a repetirse; sin embargo, el primer semeste del segundo año fue igualmente desastroso, incluso diría que hasta peor.
Todo cambió en el segundo semestre de ese mismo año, cuando conocí a una personita llamada Lala. Como ya escribí una vez, la primera vez que la vi, su rostro me embriagó una sensación de calidez que nunca antes había sentido; sin embargo, sentía que estaba lejos, fuera de mi alcance (cuán equivocado estaría unos meses después y cuán acertado pasado un tiempo). Me había enamorado, y en ese momento no llegué a imaginar que mis sentimientos serían correspondidos de esa manera. Conecté con ella como no había conectado con alguien en mi vida. Ella y su perrita se llegaron a convertir en mi segunda familia (por no decir mi familia). Cuando estaba con ellas, me sentía realmente como en casa, sentía que por fin había encontrado un hogar. Ella me cambió. Consiguió que me pusiera las pilas, que estudiara... Venía a verme a la biblioteca, venía para que estudiáramos juntos, estudiábamos juntos por las noches (quién lo diría, yo estudiando por las noches...), me regaló un conejito rojo con bombones dentro sin venir a cuento, etc. En definitiva, me cambió. Conseguí aprobar 7 en el segundo semestre, recuperando las pendientes de primero y dejándolo limpio. Conseguí muchas cosas gracias a ella. Nunca antes nadie se había portado tan bien conmigo... Y, pese a esto y pese a haberme dado cuenta aún más después de que se fuera de lo especiales que ellas dos eran para mí, la hice llorar...


Y su perrita, Oli... Hace tiempo mi madre me dijo que los pajaritos me querían mucho (supongo que por las experiencias que tuve con algunas crías), y llegué a pensar que podría tener una conexión, un vínculo con los animales. Nunca llegué a creérmelo del todo; no obstante, sí creía que ese tipo de conexión con los animales podía existir. Y, entonces, la conocí. Lala me dijo que la perrita no se acercaba a los hombres, que siempre se escondía detrás de ella... Y, el día que me invitó a subir junto a su mejor amiga a su casa me sorprendí. No se escondió, casi que vino a saludarme. No obstante, lo que realmente me quedó grabado a fuego fue el día que tocaba marcharse a casa después de haber estado día y medio con ellas dos. En el momento de irme, concretamente cuando estaba subiendo al coche, vi algo que nunca olvidaré, algo que me llegó a lo más profundo de mi ser: La perrita estaba tirando de la correa, tirando de la dueña porque no quería que me fuera... Después, ya en casa, me dijo que ella creía que siempre había existido tal conexión con los animales, que ellos podían saber cuándo una persona era especial, y que ella lo sabía mucho antes que la perrita. No sabéis cuán emocionado y especial me pude sentir en ese momento.

Desgraciadamente, todo se jodió. Fui un gilipollas. Pese a ser mi familia, pese a ser ella la persona más importante de mi vida y con quien quería pasar el resto de mi existencia, la cagué y se alejó de mí... Aun así, algún que otro día pude ver a la perrita antes que se jodiera del todo (aún no llego a enteder el porqué).

Amo a los animales, me encanta la naturaleza... Para mí, los lazos que desarrollé entre los animales se llegaron a convertir en algo más importante que los lazos que pudiera tener con las personas; a fin de cuentas, siempre eran las personas las que me hacían daño... Sinceramente, creo que ella es la única que llegó a entender eso. Siquiera mi familia...

A día de hoy, todavía las echo de menos. Desde lo más profundo de mi corazón, puedo decir que os amé, os amo y os amaré por siempre. Muchas gracias de todo corazón... Dudo mucho que algún día alguien pueda llenar el vacío que dejasteis en mi corazón al marchar...


Cómo no, tampoco me quiero olvidar de los machos y peludos que conocí en mi primer año en la universidad. La verdad que es el primer grupo con el que me siento a gusto y del que no he tenido que irme... ¡Gracias!


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