“El Hilo Rojo es una leyenda
anónima de origen japonés, que cuenta que entre dos o más personas que están
destinadas a tener un lazo afectivo existe un «hilo rojo», que viene con ellas
desde su nacimiento. El hilo existe independientemente del momento de sus vidas
en el que las personas vayan a conocerse y no puede romperse en ningún caso,
aunque a veces pueda estar más o menos tenso, pero es, siempre, una muestra del
vínculo que existe entre ellas.”
"A veces necesitamos recordar que un amanecer dura sólo unos minutos, pero su belleza puede arder en nuestros corazones para siempre" -Drizzt Do'Urden- (R.A. Salvatore)
30/6/13
Un corazón a punta de espada
Después de tanto tiempo, al fin me atrevo a escribir...
Han pasado tantas cosas que, sinceramente, no sé por dónde empezar...
Desde que publiqué mi última entrada, un atisbo de esperanza iluminó mi marchitado y herido corazón. Todo empezaba, poco a poco, a ser como fue antes de aquel fatídico día. Volvíamos a hablar como siempre lo habíamos hecho, su forma de tratarme empezaba a dejar de ser tan fría para volver a tornarse en la calidez habitual que ella tenía desde el día en que la conocí, etc.
No obstante, quién iba a imaginar que las cosas terminarían de esta forma... De todas formas, yo siempre hice todo lo que ella me pidió: Si no le dejé tiempo para pensar, fue porque ninguno de los dos pudimos evitar volver a tratarnos como siempre lo habíamos hecho; si no le había dejado tiempo para pensar, fue porque -creo- parecía que no lo necesitábamos. Simplemente, ella quería que le demostrara que aquello sólo había sido un error, una equivocación, una metedura de pata... Simplemente, algo que nunca iba a volver a suceder. No quería promesa alguna, sólo quería hechos, demostraciones por mi parte. Sinceramente, yo se las di. Nunca me alejé de ella, nunca la volví a fallar... pero supongo que aquella herida nunca pudo cerrarse del todo.
De todas formas, y en vista de los últimos acontecimientos, he llegado a pensar que, realmente, no me quería... Llegué a pensar: ¿Realmente todo lo bueno que hice por ella, todas aquellas cosas que hicieron que se enamorara de mí, eran inferiores a las dos veces que yo había metido la pata? ¿Realmente cuando una persona, pese a demostrar durante tanto tiempo y en adelante, no es capaz mediante esas demostraciones restaurar la confianza de la persona a la que ama? ¿Realmente me quería? ¿Realmente me amaba?
Sinceramente, no lo sé... Ya no sé qué pensar, ya no sé qué decir...
Ahora, es a mí a quien le cuesta creer todo aquello que una vez me dijo ("No quiero que el abrazo de hoy, de esta noche, sea el último"; "yo no quiero las cosas con otra persona que no sea contigo", etc.).
Pese a todo, yo aún creo en ella. Mi corazón todavía late en pos de su regreso, un regreso que es posible que nunca llegue a producirse. Me gustaría creer eso, me gustaría creer que se ha ido para siempre, me gustaría aceptarlo y poder pasar página. Me gustaría.... No, realmente no puedo aceptarlo.
No puedo aceptar que se hayan ido para siempre (sí, la perrita también entra dentro aunque no quería involucrarla dentro de este macabro y doloroso círculo, pero también la amo...).
No lo sé realmente, pero estoy volviendo a experimentar de primera mano aquello que le hice dos veces... Sé muy bien el dolor que le hice; de hecho, fue gracias a ella que pude entender cómo se sentía pero, sinceramente, pienso que ella tiene en parte la culpa. Puede que tenga un sexto sentido para estas cosas, puede que tenga una intuición fuera de lo común para saber que algo pasa con, por ejemplo, su familia, que no esta bien, que le ha pasado algo, etc. Sin embargo, no soy adivino. Si ella no me dice cómo se siente, yo no puedo saberlo a ciencia cierta.
Ojalá aquella noche me hubiera dado un ultimátum, oajlá aquella noche me hubiera dicho cómo se sentía... Yo hubiera podido reaccionar a tiempo antes de llegar a perderla para siempre. Aunque, sinceramente, mi error fue haberle prometido aquella noche que nunca más le volvería a hacer aquello... Yo mismo me conozco mejor que nadie, y sabía (aunque no en aquel momento) que aquella promesa la olvidaría y que metería la pata.
Puedo asegurar, dando mi vida a cambio, que es la persona a la que mejor conozco de toda mi vida. Ni a mis amigos los conozco tan bien; de hecho, me atrevería a decir que apenas los conozco.
Es la persona a la que mejor conozco y, pese a ello, nunca pude adivinar que se sentía de esa forma.
Podría llegar a decir que no me merecía aquellos tratos después de haberle estado demostrando que había cambiado, que nunca había dejado de ser la persona de la cual se enamoró... Sin embargo, a fin de cuentas, soy yo quien la hirió, soy yo quien se portó como un imbécil al aislarse de semejantes formas y de no haber creído en ella como esperaba...
Supongo que nada puedo echarle en cara; no obstante, no me siento bien con tal y como estás las cosas hoy. Entiendo que me odie, entiendo que ni siquiera quiera ser mi amigo... Pese a ello, y como ya le dije en un correo, sólo quiero que me diga lo que siente a la cara...
Yo, a día de hoy, todavía la amo (es posible que aun con más fuerza e intensidad que antes), pero supongo que este sentimiento no volverá a ser correspondido nunca más. La he llegado a echar mucho de menos, pero cuando estuve en Barakaldo, a casi 200 Km de distancia de ella, mi corazón me dolía como si una gran garra estuviera presionadolo y ahogándolo... En esos días pude darme cuenta, otra vez, de que realmente la amaba, de que realmente quería y me habría gustado que se hubiera convertido en la mujer de mi vida.
Resulta irónico, pero todavía no he quitado su foto de fondo de pantalla en el móvil... Sinceramente, no puedo... La amo, joder, la amo...
Todo me recuerda a ella... Sitios en los que estuvimos, cosas que hicimos, cosas que compartimos... TODO: El sitio donde manché su chaqueta sin querer, cuando voy a cenar donde estos por aquella vez que me acompaño, las veces que subo al parque de la Ñ por lo bien que se está (y a ver si subo algún día a dar de comer a los patos...), los cacahuetes, todas nuestras típicas frases...
También tenía en mente llevar un par de fotos a revelar para luego enmarcarlas, pero supongo que no tendría mucho sentido si luego iban a estar de cara a la mesa, pues supongo que no sería capaz, por el momento, de volver a ver ese cálido rostro...
Como ya dije en su momento, pienso que ella es una de esas personas que buscas durante toda tu maldita existencia y que, con suerte, sólo encuentras una vez. El mundo es muy basto, sí, pero pensar en si podré encontrar a alguien igual me crea tal incertidumbre que me tiemblan las piernas.
Sinceramente, no sé si me volveré a enamorar de alguien como me enamoré de ellas; no sé si encontraré a alguien que me quisiera por mi presente, por lo que soy, y que no me juzgara por mi pasado, alguien que me robara las frases antes de poder yo siquiera empezar a articular la primera palabra, alguien con quien compartir tantos gustos (animes, relojes de arena, animales, delfines, chocolate, cacahuetes con miel, cosas ñoñas...), ...
Dicen que el tiempo cura las heridas... Sin embargo, a lo largo de la vida he comprobado que las heridas del corazón no son tan fáciles de sanar, no son tan fáciles de cicatrizar. Y la herida que ellas me dejaron (yo soy el culpable de todo) es la herida más profunda que mi corazón ha tenido en toda su vida...
Han pasado tantas cosas que, sinceramente, no sé por dónde empezar...
Desde que publiqué mi última entrada, un atisbo de esperanza iluminó mi marchitado y herido corazón. Todo empezaba, poco a poco, a ser como fue antes de aquel fatídico día. Volvíamos a hablar como siempre lo habíamos hecho, su forma de tratarme empezaba a dejar de ser tan fría para volver a tornarse en la calidez habitual que ella tenía desde el día en que la conocí, etc.
No obstante, quién iba a imaginar que las cosas terminarían de esta forma... De todas formas, yo siempre hice todo lo que ella me pidió: Si no le dejé tiempo para pensar, fue porque ninguno de los dos pudimos evitar volver a tratarnos como siempre lo habíamos hecho; si no le había dejado tiempo para pensar, fue porque -creo- parecía que no lo necesitábamos. Simplemente, ella quería que le demostrara que aquello sólo había sido un error, una equivocación, una metedura de pata... Simplemente, algo que nunca iba a volver a suceder. No quería promesa alguna, sólo quería hechos, demostraciones por mi parte. Sinceramente, yo se las di. Nunca me alejé de ella, nunca la volví a fallar... pero supongo que aquella herida nunca pudo cerrarse del todo.
De todas formas, y en vista de los últimos acontecimientos, he llegado a pensar que, realmente, no me quería... Llegué a pensar: ¿Realmente todo lo bueno que hice por ella, todas aquellas cosas que hicieron que se enamorara de mí, eran inferiores a las dos veces que yo había metido la pata? ¿Realmente cuando una persona, pese a demostrar durante tanto tiempo y en adelante, no es capaz mediante esas demostraciones restaurar la confianza de la persona a la que ama? ¿Realmente me quería? ¿Realmente me amaba?
Sinceramente, no lo sé... Ya no sé qué pensar, ya no sé qué decir...
Ahora, es a mí a quien le cuesta creer todo aquello que una vez me dijo ("No quiero que el abrazo de hoy, de esta noche, sea el último"; "yo no quiero las cosas con otra persona que no sea contigo", etc.).
Pese a todo, yo aún creo en ella. Mi corazón todavía late en pos de su regreso, un regreso que es posible que nunca llegue a producirse. Me gustaría creer eso, me gustaría creer que se ha ido para siempre, me gustaría aceptarlo y poder pasar página. Me gustaría.... No, realmente no puedo aceptarlo.
No puedo aceptar que se hayan ido para siempre (sí, la perrita también entra dentro aunque no quería involucrarla dentro de este macabro y doloroso círculo, pero también la amo...).
No lo sé realmente, pero estoy volviendo a experimentar de primera mano aquello que le hice dos veces... Sé muy bien el dolor que le hice; de hecho, fue gracias a ella que pude entender cómo se sentía pero, sinceramente, pienso que ella tiene en parte la culpa. Puede que tenga un sexto sentido para estas cosas, puede que tenga una intuición fuera de lo común para saber que algo pasa con, por ejemplo, su familia, que no esta bien, que le ha pasado algo, etc. Sin embargo, no soy adivino. Si ella no me dice cómo se siente, yo no puedo saberlo a ciencia cierta.
Ojalá aquella noche me hubiera dado un ultimátum, oajlá aquella noche me hubiera dicho cómo se sentía... Yo hubiera podido reaccionar a tiempo antes de llegar a perderla para siempre. Aunque, sinceramente, mi error fue haberle prometido aquella noche que nunca más le volvería a hacer aquello... Yo mismo me conozco mejor que nadie, y sabía (aunque no en aquel momento) que aquella promesa la olvidaría y que metería la pata.
Puedo asegurar, dando mi vida a cambio, que es la persona a la que mejor conozco de toda mi vida. Ni a mis amigos los conozco tan bien; de hecho, me atrevería a decir que apenas los conozco.
Es la persona a la que mejor conozco y, pese a ello, nunca pude adivinar que se sentía de esa forma.
Podría llegar a decir que no me merecía aquellos tratos después de haberle estado demostrando que había cambiado, que nunca había dejado de ser la persona de la cual se enamoró... Sin embargo, a fin de cuentas, soy yo quien la hirió, soy yo quien se portó como un imbécil al aislarse de semejantes formas y de no haber creído en ella como esperaba...
Supongo que nada puedo echarle en cara; no obstante, no me siento bien con tal y como estás las cosas hoy. Entiendo que me odie, entiendo que ni siquiera quiera ser mi amigo... Pese a ello, y como ya le dije en un correo, sólo quiero que me diga lo que siente a la cara...
Yo, a día de hoy, todavía la amo (es posible que aun con más fuerza e intensidad que antes), pero supongo que este sentimiento no volverá a ser correspondido nunca más. La he llegado a echar mucho de menos, pero cuando estuve en Barakaldo, a casi 200 Km de distancia de ella, mi corazón me dolía como si una gran garra estuviera presionadolo y ahogándolo... En esos días pude darme cuenta, otra vez, de que realmente la amaba, de que realmente quería y me habría gustado que se hubiera convertido en la mujer de mi vida.
Resulta irónico, pero todavía no he quitado su foto de fondo de pantalla en el móvil... Sinceramente, no puedo... La amo, joder, la amo...
Todo me recuerda a ella... Sitios en los que estuvimos, cosas que hicimos, cosas que compartimos... TODO: El sitio donde manché su chaqueta sin querer, cuando voy a cenar donde estos por aquella vez que me acompaño, las veces que subo al parque de la Ñ por lo bien que se está (y a ver si subo algún día a dar de comer a los patos...), los cacahuetes, todas nuestras típicas frases...
También tenía en mente llevar un par de fotos a revelar para luego enmarcarlas, pero supongo que no tendría mucho sentido si luego iban a estar de cara a la mesa, pues supongo que no sería capaz, por el momento, de volver a ver ese cálido rostro...
Como ya dije en su momento, pienso que ella es una de esas personas que buscas durante toda tu maldita existencia y que, con suerte, sólo encuentras una vez. El mundo es muy basto, sí, pero pensar en si podré encontrar a alguien igual me crea tal incertidumbre que me tiemblan las piernas.
Sinceramente, no sé si me volveré a enamorar de alguien como me enamoré de ellas; no sé si encontraré a alguien que me quisiera por mi presente, por lo que soy, y que no me juzgara por mi pasado, alguien que me robara las frases antes de poder yo siquiera empezar a articular la primera palabra, alguien con quien compartir tantos gustos (animes, relojes de arena, animales, delfines, chocolate, cacahuetes con miel, cosas ñoñas...), ...
Dicen que el tiempo cura las heridas... Sin embargo, a lo largo de la vida he comprobado que las heridas del corazón no son tan fáciles de sanar, no son tan fáciles de cicatrizar. Y la herida que ellas me dejaron (yo soy el culpable de todo) es la herida más profunda que mi corazón ha tenido en toda su vida...
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